Dice Holden Caulfield sobre los libros:

“Los que de verdad me gustan son esos que cuando acabas de leerlos piensas que ojalá el autor fuera muy amigo tuyo para poder llamarle por teléfono cuando quisieras”.

Esta página nace porque hay artistas cuyos mundos cambian el tuyo. Porque una vez que los conoces ya no puedes prescindir de ellos. Porque los consideras amigos tuyos aunque jamás llegues a tratarlos en persona. Porque nunca hablarás con ellos pero ellos se comunican constantemente contigo. Porque ya forman parte de ti.

lunes, 7 de julio de 2008

ZIG ZAG_RAY LORIGA


Publicado en la
REVISTA MAN en junio de 2008


Relatos anteriores:


EL FINAL, POR AHORA (I)

PODRÍA MORIR DE FRÍO (II)

DENTRO DEL BOSQUE (III)

CAPERUCITA LOCA (IV)

FUE UNA NOCHE MUY EXTRAÑA (V)

NADA MALO (VI)

UNA VIDA DIFERENTE (VII)





ZIG ZAG (VII)



¿Ha matado a alguien últimamente?

El hombre que conducía la furgoneta no levantó los ojos de la carretera al oír la pregunta.

Dos esta misma mañana, contestó, y tres más la noche anterior.

¿Piensa matar a alguien más?

No, hoy desde luego, estoy cansado. Es un trabajo enorme despedazar los cuerpos y hacer los paquetes del tamaño justo para que encajen bien en las bandejas de la nevera.

Por alguna razón creyó en lo que el hombre le decía y no sintió miedo. Se puede ser un asesino y no ser un mentiroso, son cosas que no tienen nada que ver, y aquel hombre decía la verdad. En cualquier caso pensó que sería buena idea pasar de largo la gasolinera, bajarse de la furgoneta, y volver luego a por la mujer y la niña. Le pareció que estarían más tranquilas si este asesino concienzudo pasase de largo y siguiera su camino, donde fuera que fuese.

¿Es de por aquí?, preguntó entonces el asesino, como si lo que acabase de contarle a un desconocido no tuviera la menor importancia.

No, estoy de paso.

Yo también. Es un pueblo bonito, con el bosque y la nieve y todo eso, pero ya he matado demasiado por aquí. No me importa que me cojan, pero no quiero que me cojan todavía. Acabo de empezar, ¿sabe? He dejado los gatos hace nada.

¿Los gatos? , preguntó él.

Sí, se empieza siempre con gatos, supongo que es porque los perros muerden. Hay quien empieza con pájaros, pero para mi gusto son demasiado pequeños, es casi como matar insectos, no merece la pena. El tamaño es importante. Nadie siente nada especial por matar una cucaracha o una araña, pero a la gente se le muda la cara si pilla un perro en la carretera. Tiene que ser lo suficientemente grande para que uno sienta que ha matado algo. Así que los gatos suelen ser la primera opción. Yo he dejado los gatos hace apenas nada. Antes de la fiesta de la pasada noche, sólo había probado con dos viejos vagabundos. Los viejos borrachos sin casa, esos que duermen bajo cartones, son lo más fácil, después de los gatos. Es el camino más común, no me he inventado nada nuevo. Hay que ir cogiendo confianza. Los tres de la fiesta eran mujeres. Primero iba a matar a dos que estaban dormidas en una cama, pero después entró otra en la habitación, tambaleándose, y como había visto que la nevera era lo suficientemente grande... En fin, estaban las tres muy borrachas y creo que no se enteraron de nada. Los dos de la cabaña tienen mucho más mérito, eran dos hombres fuertes. Creo que he avanzado mucho en poco tiempo. Los hay que no pasan nunca de los gatos y los que no se atreven a ir nunca más allá de las mujeres, pero creo que no es justo matar solamente a quien no es capaz de defenderse. Una de las razones de meterse en esto es precisamente alterar las leyes de la naturaleza, no me parece bien dedicarse luego a respetarlas con sumisa cobardía. Yo me veo más como un cazador que como un asesino. Y un buen cazador cada vez busca una presa más grande.

Llegados a este punto, él se alegró sinceramente de no ser una pieza más grande y pensó que según ese estricto razonamiento tampoco la mujer y la niña lo serían. Aún así, no pensaba arriesgarse.

Tal vez este cazador tarado decía la verdad, pero tal vez sólo decía esas cosas para darse importancia. A la gente le gusta mucho oírse hablar y decir cosas muy serias que en absoluto tienen que ver con su conducta. Lo había escuchado mil veces. Mientras llevaba a sus clientes de un sitio a otro había escuchado una y otra vez las posiciones de importancia y rectitud que la gente se otorgaba gratuitamente. Pero si algo sabía a estas alturas de su vida es que la mayoría de las personas, él mismo incluido, no caminan en línea recta sino en zigzag.

Se estará preguntando por qué los dejo en paquetes perfectos dentro de la nevera, dijo el hombre.

Lo cierto es que no se estaba preguntando nada, y menos eso. No podía importarle menos lo que hiciese aquel hombre con sus cuerpos. Pero se había dado cuenta de que se lo iba a contar igualmente porque a este asesino en particular le gustaba tanto presumir como al resto de sus clientes.

Por lo menos ahora él no conducía. Ya no era el chófer de nadie, así que tampoco le importaba escucharlo.

Verá, es una cuestión de limpieza. No se puede dejar un cuerpo en descomposición Dios sabe cuántos días y además la tarea, y le puedo asegurar que es una tarea dura, de cortar los trozos y empaquetarlos le distrae a uno enormemente. Es, por así decirlo, relajante. Después del pánico que se siente al matar a alguien. Hay quien dice que no siente nada al matar, pero no lo crea, los asesinos son muy presuntuosos. Siempre se tiene miedo al matar. Y supongo que al morir...

Él pensó entonces que éste no era precisamente el menos presuntuoso de los asesinos, pero no dijo nada.

Supongo que yo también le estoy pareciendo un poco presumido, dijo entonces el hombre, y esta vez acertaba.

Es imposible no crecerse un poco después de matar, no porque sea gran cosa, no soy tan idiota, sino porque durante mucho tiempo pensé que no sería capaz de hacerlo, que no era más que una loca fantasía. Hay mucha gente que sueña con matar pero no hay tanta gente que lo haga. Y hay muchos que no van más allá de los gatos. Casi todo el mundo ha mirado alguna vez hacia abajo desde un lugar muy alto y ha pensado en saltar, pero no hay mucha gente que salte.

Quedaba poco para llegar a la gasolinera.

Si no le importa me bajaré en el siguiente pueblo, dijo él. Tengo que recoger allí a alguien.

No hay problema, respondió el hombre, pero antes tengo que poner gasolina y tal vez tomar un café.

La furgoneta tomó el desvío de la gasolinera y al llegar a los surtidores, pudo ver junto a la ventana de la cafetería a la niña y a la mujer de la que seguramente y estúpidamente se había enamorado.

¿Podríamos saltarnos el café? Tengo un poco de prisa, dijo él.

No, no, respondió el hombre. El café es importante...

3 comentarios:

Marcelo dijo...

Hola niña de la tierra de nadie! Gracias por el aviso. Alguna vez tenés que contarme cómo conseguís los relatos... jaja.
Acaba de leer Días aún más extraños, y en el prólogo me enteré de que mi ilusión de conseguir Días extraños, es imposible. Pues allí Ray explica que la idea original era reeditarlo, pero cuando volvió a los textos prefirió dejarlos allí, donde estaban, en un pasado que había quedado muy atrás, casi irreconocible. Por eso juntó las cosas que tenía y sacó Días aún más extraños, que también podría llamar Días rejuntados o algo así...
Bueno, tanta explicación y seguramente vos ya sabés todo esto.
Saludos
Marcelo

Ana Delgado dijo...

Muchas gracias por avisarme
se agradece volver a leer cosas suyas, después de haber releído tantas veces lo que ha escrito ya.
Un besito

Lola dijo...

Leer este blog me ha emocionado. No es fácil encontrar alguna cosa de Ray Loriga en Ecuador. Tengo dos de sus libros y algunos textos pero aqui me quedaré un rato leyendo lo que tienes para ofrecer. Si quieres date algún día una vuelta por mi blog.

Saludos

Lola