Dice Holden Caulfield sobre los libros:

“Los que de verdad me gustan son esos que cuando acabas de leerlos piensas que ojalá el autor fuera muy amigo tuyo para poder llamarle por teléfono cuando quisieras”.

Esta página nace porque hay artistas cuyos mundos cambian el tuyo. Porque una vez que los conoces ya no puedes prescindir de ellos. Porque los consideras amigos tuyos aunque jamás llegues a tratarlos en persona. Porque nunca hablarás con ellos pero ellos se comunican constantemente contigo. Porque ya forman parte de ti.

viernes, 4 de enero de 2008

ISMAEL SERRANO

Aunque publicara su primer álbum en 1997, muchos hemos crecido con Ismael Serrano y sus canciones forman parte de nuestra banda sonora más clásica. Desde ese archiconocido Papá cuéntame otra vez con el que debutó, Isma – que nació en el 74, y no seré yo quien niegue la buena cosecha de ese año, a la que pertenecen también Nacho Vegas y Carlos Chaouen – ha perdido pelo y ha engordado. En fin, ha madurado, como casi todos a nuestro pesar.

Su trayectoria y canciones son, diez años después, sobradamente conocidas. Ismael Serrano pertenece ya a la cultura popular y ha contado desde sus inicios con un importante apoyo mediático y discográfico, que sin duda merece. Como otros muchos que, lamentablemente, no llegan ni al gran público ni a los grandes medios. ¿La razón? Quién sabe. Dejemos la pregunta en el aire, porque, como ya es de todos sabido, la respuesta, my friend, está también ahí, blowing in the wind para la eternidad.



Ese primer álbum sigue siendo mi favorito. Del resto de sus discos – y van siete - me quedo con algunas canciones sueltas pero ninguno me resulta tan redondo y tan querido como ese Atrapados en azul, en el que un chico serio, guitarra en mano y camisa blanca, sorprende con su voz profunda y un puñado de canciones con un indiscutible y reconocible sello personal. (Me gustan todas y cada una de las canciones de ese disco, cada una por una razón diferente y las tengo asociadas a distintos momentos vitales. Pero la que más escucho es una de las más desconocidas – suele pasarme, la maldición de las caras B -, una joyita de 3’12” llamada Ana , la última canción del disco).

Ana, es tan corta la vida, y son tantas despedidas

llenas de promesas vanas.

Ana, ¿qué será de nosotros cuando caigamos y otros ocupen nuestro lugar?

Ana, ¿dónde será la batalla próxima en que perdamos

la guerra contra la soledad?

Ana, volverás a escuchar las piedras que contra tu ventana

lanzó la felicidad.

Lanzó la felicidad.

Ana, es tan corta la vida, quizás me vuelva mentira

y no te conozca mañana.

Ana, cuando te esconda un abrazo

recuerda entonces el año en que forjamos la paz.

Ana, quizás me marche y no vuelva,

quizás me muera y no tengas que maldecirme jamás.

Ana, te veo y me declaro culpable

de desear tu presencia más que desear la paz.

Ana, ¿qué hago yo con mis canciones, con el manojo de escarcha,

con mis ganas de matar?

Ana, ¿qué hago yo con las montañas de papeles

que he firmado jurando morir o amar?

Jurando morir o amar.

Ana.



La traición de Wendy (2002) es también especial, en primer lugar por el título, y por tres canciones que valen por todo el disco. Ismael va creciendo, perdiendo inocencia, y con él todos los de su generación."Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos". Ahora * es un canto a la adolescencia perdida de un adulto adolescente.


Ahora que la adolescencia es
un septiembre lejano,
humo de cerveza en un portal
un verano inacabado
algunos años en la Facultad de Ciencias
papeles escritos, ron de Cuba, hojas de hierba
un tren dormido en una vía muerta
la luz de la ventana azul que siempre estaba abierta.

Ahora que quedan tan lejos las playas de Corfú
las estaciones de trenes de Praga, Hamburgo o Estambul
los viajes que trajeron a otros vistiendo nuestros cuerpos
la luz de una cafetería, los amores conversos.
Ahora que te cansas y las piscinas cierran
Y apura el ultimo baño la luz de las estrellas


Ahora que regreso a los lugares a donde quise huir
y nadie me espera allí



Ahora que casi llego a fin de mes
Ahora que amo a una mujer, que amo a una mujer
Ahora que pago las facturas
que me ves en La Habana, que sueño con Lacandona
que ya no escribo cartas
que cumplimos mas años que promesas

que se hunden nuestros corazones como la vieja Venecia
que llego tarde a los cines y al fin del planeta
que alquilo un pequeño piso en un castillo de arena
ahora que duelen las resacas, que cortan como una navaja
ahora que nadie nos saluda por los bares de Malasaña
que pido auxilio besos y comida por teléfono
que fumo flores y lloro a veces mientras duermo


ahora que tiemblo como un niño abandonado
ahora que viejos amigos nos han traicionado
ahora es el momento de volver a empezar
que empiece el Carnaval, la orgía en el Palacio de Invierno
de banderas y besos


se cayeron mis alas y yo no me rendí,
asi que ven aquí,

brindemos que hoy es siempre todavía,


que nunca me gustaron las despedidas


* (el coautor de la letra es Daniel Serrano)




De su último álbum, Sueños de un hombre despierto (2007), me quedo con el título (sacado de una cita de Aristóteles: “La esperanza es el sueño de un hombre despierto”); tal vez con el single, Casandra, aunque sólo sea por haberlo escuchado más y con una Canción para un viejo amigo que, otros cinco años después, vuelve la melancolía de los sueños rotos y las inocencias perdidas. A los treinta y tres, esa nostalgia resulta más madura: evoca un tiempo pasado, quizá más feliz – tal vez sólo distinto o simplemente más idealizado – pero al que ya no se desea volver. Los amigos y el amor nos han abandonado, se conoce la derrota y la huida, la soledad de los amaneceres sincericidas, con sus rutinas y sus anclas. Pero quién diablos quiere regresar/si lo que cuenta es aprender/que no está perdido aquello que no fue.

Una década después, Peter Pan ha sido engullido por las realidades adultas. Su rebeldía juvenil se ha tornado lamento melancólico, pero sin embargo esperanzado. ¿Será esto lo que llaman madurez? Lo único cierto es que ya no hay vuelta atrás. Y lo único que se me ocurre es desearle suerte. Y que llegue a los 40 sano y salvo, si es que eso es posible...


Recuerdas los tiempos en que, viejo amigo,

ardía en tu boca la azul madrugada.

Borracha, Afrodita reía y brindaba contigo

dejando el olor de otro cuerpo en tu cama.

¿Dónde encallaron esos días? ¿En qué luminosas playas?

Huyendo de ti y de la aurora,

escapaste buscando en mil bares el abracadabra que detiene el tiempo,

pero regresaste y te encontraste a ti mismo esperándote en casa.

Y el alba sincericida trajo su rutina y su ancla.

El amor es la piedra que Sísifo empuja.

El mundo el cascabel de un gato asustado.

Nadie nos avisó que amar es doler,

que crecer es aprender que para regresar, y

para casi todo, es tarde,

y aquello que no fue nuestro más leal amante.


Así que brindemos ahora viejo amigo:

que acabe este otoño y resuelva el misterio

del eclipse en tu pecho, que aún no nos rendimos.

De la noche aprendimos viejos sortilegios

que ayudan a conjurar al reloj y sus espectros.

Sísifo abandona hoy su piedra en la cima

y el gato se duerme esta noche en tus brazos.

Quizás tengan razón y amar es doler

pero quién diablos quiere regresar

si lo que cuenta es aprender


que no está perdido aquello que no fue,

que no está perdido aquello que no fue.