Dice Holden Caulfield sobre los libros:

“Los que de verdad me gustan son esos que cuando acabas de leerlos piensas que ojalá el autor fuera muy amigo tuyo para poder llamarle por teléfono cuando quisieras”.

Esta página nace porque hay artistas cuyos mundos cambian el tuyo. Porque una vez que los conoces ya no puedes prescindir de ellos. Porque los consideras amigos tuyos aunque jamás llegues a tratarlos en persona. Porque nunca hablarás con ellos pero ellos se comunican constantemente contigo. Porque ya forman parte de ti.

jueves, 17 de noviembre de 2016

DIECISIETE

17 años ya de aquel 17, de aquel noviembre, ese mes maldito que mata todo lo que toca, que se lleva lo más querido, que trae todo el frío del invierno entre sus días. 

17 años más la mitad desde mis 17. 

17 años sin ti y tan contigo.

17 años en los que te quise, te huí, te ignoré, te traicioné y volví, aunque en realidad nunca me fui del todo.

Y volví con recuerdos nuevos, con otros rostros y otros nombres en las canciones de siempre.

Porque cuando me alejo vuelve alguien que me regresa a ti y vuelvo a escribir mi historia en tus canciones. O en esas canciones de otros que hiciste tuyas y yo hice mías a través de tu voz. 

Ese CD de grabaciones inéditas de cuando entonces. The river. Hickory wind. Esas versiones con Los Problemas. María la Portuguesa. Desordenada habitación.Las rancheras. Se me olvidó otra vez,  Ojalá que te vaya bonito, Amanecí otra vez, Mundo raro, Amor se escribe con llanto, Se me hizo fácilEse desgarrado Para vivir.
 
Y esta, tan tuya, más reconocible en tu voz que en la de Quique. 

Porque a veces necesitamos las voces de otros, las palabras de otros, para decir lo que no nos atrevemos a decir. Porque dejar huellas nos expone y escribimos cartas sin remite ante tantas preguntas sin respuestas. Porque somos cobardes y en vez de hablar callamos. Porque componemos poemas que nunca enviamos. Porque los silencios no nos comprometen. Porque vivir en las canciones es más fácil que encarar la vida y volver a ellas es el único refugio posible cuando la realidad nos supera o contradice nuestros deseos. Porque a veces hacer saber exige un precio que no estamos dispuestos a pagar. Porque hay labios ante los que no sabemos qué decir y que no nos atrevemos a besar. Porque hay incendios que no acaban nunca de apagarse. Porque es más fácil creer que lo que no se confiesa nunca ha existido. 

Gracias, Enrique, por tu voz.