Dice Holden Caulfield sobre los libros:

“Los que de verdad me gustan son esos que cuando acabas de leerlos piensas que ojalá el autor fuera muy amigo tuyo para poder llamarle por teléfono cuando quisieras”.

Esta página nace porque hay artistas cuyos mundos cambian el tuyo. Porque una vez que los conoces ya no puedes prescindir de ellos. Porque los consideras amigos tuyos aunque jamás llegues a tratarlos en persona. Porque nunca hablarás con ellos pero ellos se comunican constantemente contigo. Porque ya forman parte de ti.

domingo, 30 de diciembre de 2007

ME HE PERDIDO




Las canciones que cuentan historias son doblemente enriquecedoras. Si además en esas historias se intuye algún referente real, los iniciados las disfrutan aún más.

Me aburre la música de Christina Rosenvinge, pero me intriga su figura. No puedo dejar de admirar a una tía capaz de seducir o cuanto menos despertar el interés de dos tipos que a su vez despiertan el mío como son Ray Loriga y Nacho Vegas.

De Verano Fatal me esperaba más. De siete canciones me quedo con tres. Pero hay una que vale por las siete. Nacho Vegas en estado puro e inspirado. Un cortejo en toda regla, la crónica de una seducción paso a paso. Nacho (o su personaje) intentando ligarse a Christina (o su personaje). Chico perdedor entrándole a chica dura: poema o canción asegurada.

Pero además, es la crónica de un tiempo y una generación: la nuestra, la de los treintañeros/ cuarentones en la primera década del siglo XXI (Nacho tiene 33, Christina anda por los 43) .

Quien más, quien menos, arrastra heridas, desamores, desencantos (y pobre del que no).
A algunos nos cuesta encontrar nuestro sitio (aún). Somos animales heridos, entre escombros. Endurecidos por fuera porque no queda más remedio: “lo natural es odiarse”, decimos hasta con convicción. Tremendamente solos, intentando no perder la fe. Con cuarenta y tres candados (uno por año), o mil, pero tal vez de plástico: se derriten a la primera mirada intensa. Por eso mejor no acercarse demasiado: “me lo tengo prohibido”.

Chicos perdidos y mujeres incomprensibles, que queremos una cosa y a la vez la contraria. No sabemos qué es lo correcto. Intuimos que seguramente no haya una única manera, ni siquiera una correcta. Y mientras, seguimos entonando dulces gritos y practicando el más viejo de los ritos para acabar, una vez más, perdidos.


ME HE PERDIDO

Lo intenté por tercera vez
me enfundé en mi traje beige
miré hacia el suelo y me santigüé
te encontré entre los escombros.

Y aún quedaba un muro en pie
te vi apoyada en él y creo que
lo hacías para no perder la fe
el Cristo en la pared se encogió de hombros.

Y tú con tu voz, esa voz
y tu pálida piel
con el brillo en tu pelo del trigo
con ese otro brillo que imagino tras tu abrigo.

Pasaste estos últimos inviernos
al calor de un infierno construido en el amor
para acabar en demolición
me dices “ahora ya estás advertido,
no te fíes de un animal herido”
y ¿qué te iba diciendo yo...?
Me he perdido.
Lo intenté siete veces más
quería ver lo que hay detrás
de tu imperturbabilidad
y abrir tu puerta de cuarenta y tres candados.

Te adiviné en tu balcón
silbando una larguísima canción
pensando “¿es esto lo correcto o no?”
así que hice ¡chas! y aparecí a tu lado.

“Lo sabes, ahora ya estás advertido,
no te fíes de un animal herido”.
Y “ ¡Oh! Descuida”, le mentí, “soy un experto cazador”.
“Lo has visto, es mi mundo derruido
lo que hoy es puro mañana está podrido”.
Y ¿qué te iba diciendo yo...?
Me he perdido.

Mátame si ya no te soy de utilidad
mátame tras leer el mensaje
pero ahora me desnudaré sin quitarme el traje.

Lo he visto, es tu mundo al derrumbarse
que “lo natural es odiarse” me dijiste,
he de reconocer, con cierta convicción.

Y entonces entonaste dulces gritos
comenzó el más viejo de los ritos
¿fuiste tu, fui yo o sencillamente fue algo superior?

Y añadiste: “Si lo hacemos, tonto mío,
pues hagámoslo como es debido”.
Y ¿cómo es eso?” , pregunté
y tú me dijiste: “Justamente así no”,
y paraste: “Me lo tengo prohibido”.
Yo protesté empapado y más que aturdido
y ahora sí que sí que yo...
me he perdido.

Que ahora sí que sí que sí que sé
que me he perdido
porque sólo es pensar en ti
y acabar perdido
porque sólo con pensar en ti
me pongo perdido.

jueves, 6 de diciembre de 2007

PABLO MORO

Uno de mis más recientes descubrimientos musicales es
Pablo Moro, vinculado además a algunos buenos amigos
de los blogs y a algunos de los artistas que más admiro.

Fue Adrián (eternamente, gracias) quien me habló por
primera vez de él al saber que me gustaban Quique González
y Carlos Chaouen y me envió dos de sus canciones.
Las escuché en la madrugada de un sábado desangelado
y otoñal, sola en casa, a través de los altavoces del ordenador.
De fondo, mientras escribía. Antes de llegar al estribillo
ya había dejado de teclear, concentrada en la letra y en la melodía.

El último vals

Yo también llevo a Scorsese en mi biografía. Algunas de
sus películas me han marcado (impagables Michelle Pfeiffer
y Daniel Day Lewis en La edad de la inocencia...)
y otras han enmarcado algunas historias de amor/desamor
(Uno de los nuestros, Infiltrados).

Y cuando suena aquella vieja melodía
Pienso que fuimos héroes por un día
Apostando siempre con las de perder...

¿Quién no arrastra el recuerdo de unos cuantos amores
alimentados de tardes de pelis alquiladas en el video-club,
cuando no existía el DVD ni el emule,
aprovechando que los padres no estaban en casa, o en casa
de amigos que compartían piso de estudiantes, o en el nidito
de amor recién estrenado?

Hoy en el video club
alquilando una de Scorsese
no sé si eras tú
o el recuerdo que guardo de ti
y que no te mereces.

Esa última frase me acabó de enganchar sin remedio. Y me sentí
menos sola en el club de los idiotas que seguimos idealizando a quien
no se lo merece, echando de menos los buenos momentos en vez
de recordar los malos.


Lo que dura un fin de semana

Con los primeros acordes de esta canción ya estaba llorando,
y no lo dejé hasta el final. Lo que dura un fin de semana es otra
de esas historias en toda regla condensada en cuatro minutos,
con toda la belleza y la tristeza de las historias que realmente
merecen ser contadas, aunque sólo duren (o precisamente por eso)
un fin de semana. A medida que escuchaba la historia,
la vivía y revivía también mis propias historias, tan parecidas.
A lo mejor es cierto que todas las historias de amor se parecen,
incluso puede que sean la misma.

Música, sexo y literatura. ¿Existe mezcla más letal para el sentimiento?

Entre versos de Allen Ginsberg
ensuciando nuestra almohada
renunciamos a ser tristes
prometiéndonos mañana.
Y la eternidad duró
lo que dura un fin de semana.

Llenamos nuestras bocas
con millones de deseos
y drogamos nuestros cuerpos
con poemas de William Blake.
Aquel era el principio
Del camino del exceso
Y aprendimos la respuesta
Al enigma del querer...

(...)

Y entre calles solitarias
Recuerdo aquel par de días
Maldiciendo cada lunes
Con toda su realidad.
Qué puta es la vida a veces,
Y otras qué de verdad...


Tras escuchar las canciones me interesé más por Pablo Moro.
Y otro enlace de los amigos de Fuego en el Tintero
(Gracias, Agustín, por incluirlo en el blog )
me llevó hasta su blog personal, Blogatelas.
Y éste a su página web, donde ví que actuaba en Madrid
a mediados de noviembre.

Esa misma semana (finales de octubre) me recorrí Madrid en
busca del CD recién sacado de Pablo, Smoking Point.
Lo encontré en la FNAC (la de Callao); hacía nada lo había
presentado en la sucursal de Leganés. Y también encontré un
CD anterior, de 2005, Emepetreses.

En el camino de vuelta en el autobús no resistí la tentación de
romper el envoltorio y echarle un vistazo a las letras,
las dedicatorias y demás (una de mis muchas manías:
me encanta leer las dedicatorias de los libretos de los discos).
Casi me paso de parada.
En cada canción – aún sin conocer la música – una historia
y unos cuantos versos a los que quedarse enganchada.

Desde entonces no he dejado de escuchar sus canciones.
Y hasta tuve la ocasión de asistir a un concierto acústico que
para mí fue muy especial y que recordaré siempre.

Si queréis conocer más pinchad aquí:

http://www.pablomoro.com/